La impronta de María Luisa Brahm en el TC
Tiene fama de trabajólica y llegó al TC dispuesta a mejorar la gestión. Su larga trayectoria la avala para esta tarea, en la que a poco andar, ya ha mostrado resultados favorables.
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Nunca estuvo en sus planes llegar a la presidencia del Tribunal Constitucional (TC). Pero cuando surgió la posibilidad –luego que varios ministros y en su entorno personal le plantearan que sólo desde esa tribuna podría generar cambios en el organismo-, María Luisa Brahm Barril (61) se decidió. Elaboró un "programa de gobierno" en que trazó dos objetivos: modernizar la institución y hacerla más transparente.
Abogados externos y de la propia entidad aseguran que "su mano se ha notado", tras convertirse en la segunda mujer al mando de la controvertida institución. La sucesora del polémico ministro Iván Aróstica redujo la burocracia -ahora las sentencias se notifican vía correo electrónico en reemplazo del papel-, y empujó una rebaja de los tiempos de alegatos, de 30 a 10 minutos en el caso de los abogados y a cinco para los relatores.
Pese a la crisis político-social que afecta al país, en octubre el TC resolvió 134 sentencias, tres veces más que el mismo mes en 2018.
Y, al 20 de noviembre, había resuelto 164, cuatro veces más que en todo el mes de 2018.
Con fama de trabajólica –llega a las 8 am y no se va antes de las 20:00 horas -, le ha costado "agarrar el ritmo" de una institución que se toma las cosas con calma, y a la cual arribó como ministra en marzo de 2013, en reemplazo del socialista José Antonio Viera-Gallo.
Por lo mismo, asumió el desafío de postular a la presidencia, después de mucho pensarlo –se comenta-y con la idea de aceitar la maquinaria y lograr que los ministros trabajen en equipo. No sólo para optimizar su labor, sino también para mejorar la imagen del organismo ante la ciudadanía, que según distintas encuestas, estaba resentido. Un sondeo reciente de Cadem mostró una desaprobación de 46% y un 35% de respaldo.
A tres meses en su nuevo rol, las estadísticas hablan por sí solas. En las primeras seis semanas, por ejemplo, los "Roles de Asuntos en Estado de Tabla", es decir, las causas que ingresaban y se iban acumulando -porque entraban más rápido de lo que se tramitaban- estaban al día. Un trabajo no menor, pues sólo a septiembre eran 1.638, más que los 1.663 de todo 2018.
Su relación con Brito
Pero los problemas administrativos y de gestión no son los únicos. Incluso antes de su elección, en su entorno percibían la preocupación que le generaba a Brahm la tensión que se había ido instalando entre el organismo y la Corte Suprema.
El Máximo Tribunal había expresado su inquietud al TC debido a la forma como su entonces titular, Iván Aróstica, estaba manejando las causas de Derechos Humanos que acudían al organismo, lo que se percibía como un intento de obstruir las decisiones adoptadas por la Corte.
Asumiendo la importancia de dar señales, la primera visita protocolar que hizo Brahm tras asumir su cargo, fue precisamente al presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, encuentro que –según se señaló desde el Poder Judicial- se enmarcó en "la necesidad de diálogo permanente entre las dos instituciones".
Un discurso unívoco. Y cómo no, si sólo días antes –cuando recién había sido electa-, Brito se acercó discretamente hasta la sede del TC para saludarla. En esa cita privada, de la que solo conocieron un par de cercanos a la abogada, ya se había abordado la necesidad de trabajar en conjunto.
Pese a ello, la tirantez entre ambos tribunales llegó a su máxima expresión el lunes 7 de octubre pasado. Con apenas un mes en su nuevo cargo, Brahm vio como sus temores acerca de que la relación empeorara se hacían realidad.
En el marco de una disputa legal protagonizada por la Confederación Nacional de Funcionarios Municipales de Chile (Asemuch), que buscó revertir una decisión del Tribunal Constitucional –que declaró inaplicables las normas de tutela laboral a funcionarios públicos-, la Tercera Sala de la Corte Suprema, encabezada por el ministro Sergio Muñoz, advirtió que su calidad de órgano autónomo no implicaba que todas sus actuaciones quedaran al margen de revisión.
La declaración sacó chispas. Y como palabras sacan palabras, en el TC se redactó una respuesta a los dichos de Muñoz. Para sorpresa de todos, estos dimes y diretes en nada afectaron la incipiente relación Brahm-Brito. Eso sí, la escalada de declaraciones hizo necesario un nuevo encuentro y fue el presidente de la Corte Suprema quien nuevamente llegó al TC el 16 de octubre, esta vez acompañado por los ministros Jorge Dahm y Guillermo Silva.
A la salida, las autoridades sonrientes dieron por superado el impasse y la presidenta del TC –acompañada por los ministros Gonzalo García, Miguel Ángel Fernández y Nelson Pozo- encapsuló el problema en la Tercera Sala.
"Winter is coming"
Nacida y criada en Puerto Montt, María Luisa es una de los ocho hijos del matrimonio conformado por Jorge Brahm Yuraszeck, exalcalde de Puerto Montt y exintendente de la Región de Los Lagos, además de uno de los fundadores de Renovación Nacional (RN), y Luisa Barril Villalobos. Se trasladó a Santiago para estudiar derecho en la Universidad Católica y recién titulada comenzó su trayectoria profesional en la Fiscalía de la Oficina de Planificación Nacional (Odeplan), donde desempeñó en distintos cargos entre 1983 y 1990. Ese año emigró al recientemente creado Instituto Libertad –ligado a RN-, como asesora legislativa y en 2000 asumió la dirección ejecutiva por una década.
En paralelo, integró la Comisión Asesora Presidencial para el Fortalecimiento de los Principios de Probidad y Transparencia Pública (2003); y fue consejera del Consejo de Alta Dirección Pública y del Consejo Nacional de Televisión (2004-2010).
Luego de trabajar activamente en la campaña presidencial de Sebastián Piñera, éste le ofreció el cargo más político de toda su carrera: jefa de asesores del segundo piso. Allí estuvo hasta marzo de 2013 cuando fue designada –se entiende como un reconocimiento del mandatario- ministra del Tribunal Constitucional.
Pero no solo ha estado abocada a su carrera profesional. Sus amigos también dicen que ha sido una madre dedicada y que se le "enciende" el rostro cuando habla de sus hijos, a los que crió prácticamente sola, pues se divorció cuando el menor, ingeniero comercial en Marketing de 25 años, tenía solo 15 días. Él y su hija economista de 27 años son su mayor orgullo, comenta una cercana colaboradora de Brahm.
Dedicada al trabajo, tiene poco tiempo libre para hacer cosas que le gustan, como arrancarse alguno que otro fin de semana a su refugio en la playa de Santo Domingo, con sus hijos, o de vez en cuando volver a Puerto Montt. Disfruta también las manualidades y la jardinería. Incluso, decoró su oficina como presidenta del TC con arreglos de flores secas hechos por ella misma.
En su familia recuerdan que antes tejía mucho y que le gusta recordar que con su primer sueldo se compró una máquina con la que se hacía toda la ropa, lo que aprendió de su madre.
Aficionada a leer, en busca de entretención y descanso se ha vuelto una fanática de Netflix. Con inclinación por el drama y suspenso, sus amigos dicen que no se salvó de la seducción que generó la serie Game of Thrones. Al punto que fue la inspiración para el nombre del WhatsApp que crearon meses antes de su elección de presidenta para el TC quienes la convencieron de asumir el desafío: "el invierno se aleja" se llamaba el grupo, frase recogida de la original "winter is coming".
Pro reformas al TC
Reconocida liberal y de una familia conservadora -su hermano Joaquín es uno de los fundadores de la UDI-, Brahm ha seguido de cerca el debate sobre la necesidad de modificar el TC debido a las reiteradas acusaciones de la oposición en cuanto a que, en la práctica, funciona como una "tercera cámara", lo que ocurre debido a la atribución del tribunal respecto del control preventivo de las leyes.
Quienes han abordado el tema con ella, dan fe de que está dispuesta para que eso cambie. Por lo mismo es que se devoró el informe del grupo de estudio que elaboró un documento de "25 propuestas para un Tribunal Constitucional del siglo XXI". Algunas apuntan a suprimir el control preventivo de las leyes y reducir el quórum de 4/5 para la declaración de inconstitucionalidad a mayoría absoluta; además de sugerir nuevas atribuciones para resolver cuestiones de competencia entre autoridades nacionales, regionales, provinciales y locales.
Todo un capítulo previo a que surgiera la opción tan evidente de una nueva Constitución, que bien podría traducirse en la desaparición del citado organismo, para ser reemplazado en su rol por otro, como la Corte Suprema ejemplifican expertos; o, bien, adquirir otro estatus, un símil del actual Consejo Para la Transparencia. Un incierto escenario que seguramente tendrá a Brahm como protagonista, pues su período culmina en 2022.